La sensibilidad dental es una molestia que afecta nuestro bienestar. Para comprender un poco más esta alteración, es necesario entender sus causas.
Los dientes están recubiertos por el esmalte, el cual les brinda una protección eficaz contra muchas agresiones y evita la sensibilidad.
A medida que pasa el tiempo y por diversas razones, esta capa superficial de esmalte se pierde o la raíz del diente queda expuesta.
Cuando tenemos cuellos descubiertos por retracción de las encías, desgastes excesivos, fracturas causadas por el bruxismo o cuando no cepillamos adecuadamente nuestros dientes, aumenta su sensibilidad.
Se utilizan desensibilizantes en forma de enjuagues o pastas dentales. Se aplica flúor de forma tópica, mediante gel o barnices. Si estos procedimientos no ayudasen a eliminar la sensibilidad, se cubren los cuellos o zonas afectadas con materiales de restauración como resinas o ionómeros de vidrio.
Se recomienda usar cepillo suave o extra suave para la higiene.
Se informa del tipo de alimentos que se deben evitar, esto es los que contengan ácidos, como ácido cítrico y ascórbico, por ejemplo limón, naranja, pomelo, mandarina, kiwi, jugos naturales o artificiales, bebidas de fantasía.